Por Chris Pefaur, nutricionista del Laboratorio Nutrapharm.

Este Día Mundial de la Obesidad nos invita a reflexionar sobre uno de los problemas de salud más urgentes de nuestro tiempo. En Chile y en gran parte del mundo, el aumento alarmante de la población obesa está estrechamente ligado a la proliferación de alimentos ultraprocesados, el consumo excesivo de azúcar y la falta de educación nutricional. ¿Estamos realmente conscientes del impacto de nuestra alimentación en la salud?
Uno de los principales factores que agrava esta crisis es la preferencia por productos ultraprocesados, como snacks, bebidas energéticas y comida rápida. Éstos, ricos en azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio, no solo carecen de valor nutricional, sino que además predisponen a enfermedades metabólicas como la resistencia a la insulina, la hipertensión y los problemas cardiovasculares.

El consumo regular de bebidas azucaradas es otro de los hábitos perjudiciales que contribuyen al aumento de peso, ya que aportan calorías vacías y favorecen la acumulación de grasa abdominal, un factor clave en el desarrollo de la obesidad. Además, alteran los mecanismos naturales del apetito, fomentando la ingesta de más alimentos ultraprocesados y perpetuando un círculo vicioso difícil de romper.
La comida rápida, por su parte, sigue ocupando un lugar protagónico en la dieta chilena. Su alto contenido de grasas trans y sodio eleva el colesterol malo (LDL) y la presión arterial, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares desde edades tempranas. Aunque no se trata de prohibir su consumo, es fundamental limitarlo a una o dos veces por semana y priorizar una alimentación basada en productos frescos y naturales.
Si bien la obesidad tiene múltiples causas, la alimentación es un factor clave en su prevención. No basta con imponer etiquetas de advertencia en los productos o restringir su publicidad; es fundamental que exista una educación nutricional efectiva desde la infancia. Familias, escuelas y autoridades tienen el deber de fomentar hábitos saludables y promover el consumo de alimentos naturales y equilibrados.
El Día Mundial de la Obesidad no debería ser solo una fecha en el calendario, sino un llamado de atención urgente. Combatirla requiere un esfuerzo conjunto y un compromiso real con la salud de las futuras generaciones. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos antes de que sea demasiado tarde?
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