Soñando futuros prohibidos: la urgencia de la disidencia
- Piarismendi
- hace 2 días
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La importancia de cultivar estos sueños disidentes radica en su capacidad para romper el hechizo de la inevitabilidad.

En este Chile de 2025, donde la promesa de un futuro brillante a menudo se siente como un eco lejano, la imaginación disidente se erige como un faro de esperanza y una herramienta crucial de resistencia. Soñar futuros diferentes, futuros que quiebren las lógicas impuestas y desafíen el statu quo, no es un ejercicio de mera fantasía, sino una necesidad apremiante en un mundo que parece deslizarse peligrosamente hacia la homogeneización y el control.
La disidencia, en su esencia más pura, es la capacidad de pensar y actuar fuera de los márgenes establecidos. Es la voz que se alza contra la corriente, la pregunta incómoda que perturba la complacencia, la visión alternativa que desafía la narrativa dominante. En un contexto donde los algoritmos moldean nuestras opiniones, donde la vigilancia se normaliza y donde las estructuras de poder se perpetúan con una sutileza cada vez mayor, la disidencia se convierte en un acto radical, una declaración de autonomía y una defensa de la pluralidad.
Los sueños de un futuro disidente no son uniformes. Se manifiestan en la visión de comunidades más justas y equitativas, donde la dignidad humana sea el principio rector. Se dibujan en la aspiración de sociedades que prioricen la sostenibilidad y el respeto por el planeta por encima del crecimiento desmedido. Se articulan en la búsqueda de formas de organización social y política que empoderen a la ciudadanía y desmantelen las jerarquías opresivas.
Estos sueños a menudo nacen de la frustración y la rabia ante las injusticias presentes. Se alimentan de la memoria de luchas pasadas y se inspiran en la resiliencia de quienes se han atrevido a desafiar el orden establecido. Pero no se quedan en la mera protesta; se proyectan hacia adelante, construyendo en el imaginario las semillas de un mañana diferente.
La importancia de cultivar estos sueños disidentes radica en su capacidad para romper el hechizo de la inevitabilidad. Cuando se nos presenta un único camino posible, cuando se nos dice que "así son las cosas" y que no hay alternativa, la imaginación disidente nos permite vislumbrar otros horizontes. Nos recuerda que el futuro no está escrito, que es un espacio en disputa donde nuestras ideas y acciones pueden marcar una diferencia.
Además, estos sueños cumplen una función catalizadora para la acción en el presente. La visión de un futuro deseable puede movilizar energías, generar alianzas y dotar de sentido a las luchas cotidianas. Saber hacia dónde queremos ir nos da la fuerza para resistir los obstáculos y perseverar en la construcción de ese futuro anhelado.
Sin embargo, soñar futuros disidentes no está exento de desafíos. Requiere valentía para enfrentar la crítica y el ostracismo. Exige un ejercicio constante de reflexión crítica para evitar caer en nuevas formas de dogmatismo. Implica la voluntad de dialogar y construir puentes con otras voces disidentes, reconociendo la diversidad de perspectivas y la complejidad de los problemas que enfrentamos.
En este Chile de 2025, donde las tensiones sociales persisten y las incertidumbres se multiplican, la llama de la disidencia debe mantenerse viva. Necesitamos nutrir esos sueños de futuros prohibidos, darles forma y compartirlos. Porque en la capacidad de imaginar alternativas radica una de nuestras mayores fortalezas para construir un mañana más justo, libre y habitable para todos. La disidencia no es solo una oposición al presente, sino la germinación de un futuro que aún está por florecer.
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