Por Ernesto Erdmann, CEO de ZeroQ.
Durante la última década he sido testigo de cómo una idea puede transformarse, mediante mucho esfuerzo, en una empresa sólida y en constante evolución, en nuestro caso desde un tótem de madera hecho con nuestras manos, hasta una tecnología innovadora que nos llevó como ZeroQ a salir a la Bolsa hace un año.
Este viaje ha estado lleno de desafíos significativos, pero también de aprendizajes profundos por ello, esta semana en que el ecosistema de emprendimiento se reúne para celebrar la innovación en el “Santiago Tech Week”, me parece importante compartir esta experiencia con aquellos que están navegando por el camino emprendedor y también con quienes se relacionan mediante negocios u otras aristas con emprendedores, startups y scaleups.
Las startups, al igual que brotes recién germinados que buscan crecer en un terreno lleno de desafíos, enfrentan un camino incierto. Superar las primeras etapas, conocidas como el "valle de la muerte," es una tarea compleja. De hecho, en Chile, como en muchos otros países, la mayoría de los emprendimientos no logran sostenerse más allá de los primeros años.
Pero cuando la barrera se cruza el impacto que tiene el mundo emprendedor es enorme, y más aún las scaleups. Según un estudio de Endeavor Chile las scaleups representan solo el 1,3% del total de las empresas en Chile, pero son responsables de generar el 43,4% de los nuevos empleos en un periodo de tres años (2019-2022). En promedio, casi triplicaron su tamaño en número de empleados y duplicaron sus ventas en un periodo de tres años.
Esto resalta su resiliencia y capacidad contracíclica, elementos vitales para la economía, impulsándonos a buscar maneras de multiplicar su presencia, ya que su impacto en el mercado es fundamental y necesario.
Crear una empresa en un papel y en un Excel es una cosa, pero llevarla a la realidad con millones de usuarios y cientos de clientes, requiere de compromiso, resiliencia y un aprendizaje constante. En nuestra experiencia en ZeroQ, aprendimos que la innovación y la capacidad de adaptación son fundamentales para sobrevivir y prosperar, aprendimos además que no existe la idea del millón de dólares sino que la ejecución del millón de dólares.
Por otro lado está el desafío de lidiar con los conflictos humanos, algo que requiere mucho tacto, porque éstos la gran mayoría de las veces no obedecen a la lógica, sino que son producto de las pasiones, los egos y las emociones. Saber enfrentarlos, y poder consensuar soluciones que sean constructivas y no destructivas es un desafío gigante que todo emprendedor deberá enfrentar en algún momento.
También entendimos la importancia de la paciencia y la tenacidad. No todo ocurre según lo planeado, y los momentos difíciles son oportunidades para crecer y mejorar. Mantener la humildad, la paciencia y la visión a largo plazo son virtudes que todo emprendedor debe cultivar.
Emprender no es solo un acto de valentía y visión. Las startups contribuyen al dinamismo económico y desempeñan un papel crucial en la innovación y el progreso social. Cada una de ellas tiene el potencial de transformar su industria y mejorar la vida de las personas. Para aquellos que están comenzando este viaje o luchando por hacer crecer su empresa, les digo: abracen los desafíos, aprendan de cada obstáculo y mantengan viva la pasión por lo que hacen. El camino no es fácil, pero cada pequeño avance es una victoria en sí misma, y un gran aporte al entorno en el que nos desempeñamos. Finalmente quiero recordar que muchas veces he escuchado que todo esto genera mucho temor e incertidumbre; a ellos les digo que ser valientes no es no tener miedo, es lo que tú haces a pesar de tener miedo.
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